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Las comunas y las elecciones porteñas de julio

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¿UNA NUEVA ESTAFA DE LA CLASE POLÍTICA A LA SOCIEDAD?
¿UNA NUEVA ESTAFA DE LA CLASE POLÍTICA A LA SOCIEDAD?

Como consecuencia del llamado “Pacto de Olivos” se hubieron de introducir en la Constitucional Nacional algunas transformaciones institucionales. Dentro de estas reformas se incluían la autonomía de la Capital Federal y, dentro de esta nueva “autonomía”, una serie de instituciones novedosas (no necesariamente “buenas”) muchas de ellas copiadas del constitucionalismo europeo.

 

Como todo en la Argentina, la reforma constitucional del ´94 implicó un fuerte juego político, de operaciones cruzadas, y que se produjo mayormente por los desequilibrios que la sociedad argentina impulsó, enamorada del “1 x1” que se vivía en ese entonces, al haber otorgado un apoyo masivo en tres elecciones consecutivas al PJ. Nos referimos a las elecciones de 1989, a las de 1991 y a las de 1993. En estas últimas, y como consecuencia del resultado adverso que protagonizó la UCR (eligió una mala candidata, Marta Mercader) la que cayó derrotada ante un ignoto riojano, a la postre Erman González, desconocedor absoluto del distrito, apuraron los cambios institucionales.

Un PJ que se sintió ganador, fue para adelante con un proyecto de ley que imponía la elección indefinida del presidente de la República, y algunos otros cambios menores. La UCR, de la mano del “Coty” Nosiglia, se dio cuenta que las votaciones para el proyecto reformista estaban perdidas en el Congreso, y se “jugó” a una operación en la cual, desde el reconocimiento de la derrota, la UCR no apareciera como perdidosa. 

 

Nace la Ciudad autónoma

 

En la casa de Olivos del ex ministro Dante Caputo (que no se encontraba en el país) se transó el Pacto de Olivos. Un Menem que aún estaba reponiéndose de la intervención de carótida, por un lado, y el bueno de Raúl Ricardo Alfonsín, por el otro. De cada lado de la mesa estaban los más influyentes hombres del poder: Barrionuevo, Eduardo Menem, Bauzá, por el otro, el Coty, Marcelo Basani.

Menem quería la reelección, a cualquier costo, y los radicales querían varias cosas.

La negociación fue más que dura, y en ella podríamos afirmar, que la UCR sacó más de lo que pedía… ¿Qué pedía? Nada menos que un tercer senador por la minoría, un número nada despreciable, le aseguraba entre 12 y 15 senadores en un cuerpo en el cual el PJ solo juntaba mayoría, o en alianza con los senadores provinciales, como por ejemplo con los Bravo de San Juan, quienes daba el voto la noche en la que “casi” Menem obtiene la reelección indefinida, dado que el PJ llegaba a los 2/3 tan deseados. También obtenía la creación del Primer Ministro y el Ballotage. Menem no los dio por “completo”,  porque el Primer Ministro local es un súper ministro, pero no administra la República (sigue el presidencialismo) y el ballotage fue lo más discutido, dado que el PJ se negó hasta el último momento, sabido de la experiencia del ´83, en donde Ítalo Argentino Luder fue derrotado con el 42% de los votos, un guarismo que en el mundo implica un seguro triunfo, o un “indescontable” en segunda vuelta, pero, para las particularidades argentinas, el 42% puede ser una derrota. La demostración de ello la dio el propio Raúl R. Alfonsín en 1983, que derrotó al pejotista Luder por 51,6% de los votos contra el 41,50%, un caso único en el mundo.

 

En definitiva, Menem aceptó desde el convencimiento que un PJ unido, nunca obtiene menos del 38% 40% de los votos, los que se proyectan a más con el sistema (muy cuestionable) del “voto positivo”, lo cual hizo subir el porcentaje, aunque los votos sean, en definitiva, siempre los mismos. Sintió que no podía perder más.

En ese marco, la UCR, le arrancó a Menem (cegado por la re-elección) la Autonomía de la Ciudad, la “Reina del Plata”, que en definitiva, es la base donde se desenvuelve todo el empresariado, la bolsa de comercio, los bancos, etc. 

 

La “Ciudad Autónoma” y el síndrome de la política “para las clases políticas”

 

La República Argentina fue creada (1810/1816/1834/1852) por un conjunto de románticos, de todos los colores y pesares, que se la pasaron 70 años en distintas guerras ya sea contra extranjeros o directamente entre ellos (hubo guerra de liberación, regionales, interiores e intestinas) y en las que, a través de ese romanticismo bélico, pudieron consolidar, en mayor o menor medida, una nación y diversos proyectos de país, desde un núcleo humano que en aquellas épocas no superaban el par de millones.

En aquellos años ´80 del siglo XIX, se creaba la primera “ficción de Buenos Aires”. Se establecía un polígono, actual Ciudad de Buenos Aires, o Capital Federal. Se unía entonces el llamado “casco céntrico” con los Partidos vecinos (Flores, Belgrano, y un pedacito de San Martín) y de esa manera se “creaba” la Capital Federal.

Esta decisión no solo representaba el casi final de la guerra interior y una discusión de casi 70 años, sino, que iba a consolidar todo una impronta de modelo para el futuro del país: La Macrocefalia (1)

El federalismo había triunfado solo de forma, y había sido derrotado, 27 años después, en las trincheras del borde de la Ciudad de Buenos Aires.

La provincia de Buenos Aires, desprendida de su joya más preciada, nunca más contaría con aduanas (además se prohibían las interiores) y se la confinaba a un proyecto de capital, de dudosa realización, a la postre el sueño de Dardo Rocha, La Plata, una ciudad que aún le da dolores de cabeza.

Buenos Aires, con la Ley de Capitalización, fue la gran derrotada del ´80. 

 

La “Situación Capital”

 

Así, para los hombres de la generación del ´80, la Ciudad de Buenos Aires, era su logro militar y político. La Capital Federal era el emblema de “su” modelo. Por la Capital Federal ingresaron, entre 1880 y 1950 más de 15 millones de inmigrantes (no todos se radicaron) y la Ciudad creció de manera exponencial, mayormente en desmedro de un interior aislado, atrasado, latinoamericano y feudal. En 1879 la Capital Federal tenía apenas 200 mil habitantes, y en 1916 había trepado a más de un millón, al punto de que, en los primeros años del siglo XX, llegó a haber casi la misma cantidad de locales como de extranjeros.

La “Capital” era Europea, desde sus palacetes y sus bacanales, dados por las grandes familias (los Arana, los Anchorena, los Dumas, los Estrugamou, los Errázuriz, los Paz, los Escalada, los Ortiz de Rozas, etc. etc.)

El interior era brutal, feudal, aislado, gobernado por los “capanga” y delegados militares en los territorios federales y/o por los interventores o candidatos “pactistas”, mayormente roquistas.

Dicha realidad, como es de costumbre, no fue modificada, aún luego de la reforma electoral pactada entre el presidente Dr. Roque Sáenz Peña y el caudillo radical, Don Hipólito Irigoyen, a la postre, sobrino del verdadero líder de la UCR, Leandro Nicéforo Alem, quien ante el avance de su sobrino, se suicidó sin antes dejar bien en claro que la UCR, los radicales, se irían a la mismísima mierda con dicha predilección… y por algo lo decía.

Irigoyen, quien tenía una idea muy especial del poder, su ejercicio y mantenimiento, fue un gran conservador popular. Ni él, ni Alvear, ni los conservadores de la década infame tuvieron el más mínimo interés en rever la situación Capital a sabiendas del tremendo problema que este tema podría desencadenar en el país todo. Menos aún Perón, quien pensaba la política de otra manera, y veía en el porteño al “contrera típico” y, de hecho, esta ciudad de estancados 3 millones de habitantes (desde hace 64 años) es mayormente crítica de la doctrina del extinto General.

Menem, creído de haber “superado” al creador del movimiento, y la UCR, buena negociadora a la postre, sumado a las circunstancias especiales de la ambición de Menem por la re-elección, se combinaron para la parición (ya institucional) del artificio de la Ciudad “poco autónoma” de Buenos Aires. 

 

La ”Estatuyente” y el producto de las clases políticas afiebradas

 

La Ciudad no es una provincia. Este tema se debatió hasta el hartazgo por todos los constitucionalistas que se riñeron en esos años. Algunos se inclinaron por la doctrina de la ciudad estado siendo estos los que propenden a una autonomía tal, que, de ese modo, se asemeje a una provincia.

El menemismo crepuscular, por de pronto, vio tardíamente su error, la creación de un estado “super rico” (en contraposición con un interior que percibe menor renta y en consecuencia, sueldos más bajos) pero en especial, que nunca jamás gobernaría.

 Espasmódicamente, como acostumbran nuestros “padres de la patria” del Congreso Nacional, elaboraron una Ley corsé (conocida como Ley Cafiero) que devuelve a las provincias cierto veto sobre la autonomía de los porteños.

También es cierto que las fuerzas triunfadoras en la elección que escribió el Estatuto de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires estaban formadas por el tornasolado abanico del ladri-progresismo cuyos adalides de entonces no eran otros que el señor “Chacho” Álvarez, y la profesora de francés, Graciela Fernandez Meijide, así como otros amplios representantes de las clases medias super acomodadas en la burocracia parásita local, grandes tomadores de café de la Avda. de Mayo (en especial cercanos a la Legislatura) y mayormente enquistados en la, entonces, Municipalidad de Buenos Aires, a la postre, tributaria de la, ahora, “Ciudad Autónoma”.

Dicha oligarquía de pequeños burgueses, entremezcla rara de punteros barriales, jefecitos de saco y corbata, delegados de sindicato, inspectores al estilo de Don “Victoriano Barragán, Funcionario” (ese inspector coimero que representaba Tincho Zabala en “La Tuerca”) vive, vivió y vivirá del miedo supremo que la clase media porteña lleva en lo más profundo de su alma y en su corazón, y que no es otra cosa que el miedo a cualquier cambio. El pequeño burgués funcionario de escritorio que relatamos, no es otro que el vecino promedio de los barrios de la clase media, esa clase engordada junto a oficinistas, bancarios y otros arrastradotes del lápiz (profesionales y/o administrativos) y que muy bien saben que la Ciudad es, a la postre, al niña mimada, y el lugar que asegura el pensante burgués “pequeño-pequeño” el “pasarla mejor”…

Sobre esta base política, tan bien representada por el ex fiscal Ibarra, por el paisano Télerman, y hoy por Macri, todos exclamadores de autonomía, siempre mentida y nunca lograda, hoy protagonizan otra traicioncita de la que están tan acostumbrados: Crearon figuras como “Las Comunas” copiadas del exterior, y sin ninguna voluntad ni vocación de ponerlas en práctica.

 

“Las comunas”: ¿Serán de los vecinos, o serán otro nido de gasto y acomodo de “punteros”?

 

Las Comunas surgen del Estatuto de la Ciudad en los artículos 127 a 131.

Con muchísima demora, se instrumentó la ley 1777 que las consagra. La misma Ley, y sus posteriores reglamentaciones, establecieron una serie de interpretaciones y un sistema de Junta Comunal de 7 miembros, además de una “Junta Consultiva” en donde se amontonan a las denominadas “ONG”.

La ley establece un sinnúmero de buenas intenciones, a futuro, y de dificultosa e improbable aplicación.

El gobierno macrista del PRO, rápido, redefinió los CGPC, a fin de “adaptarlos” a una hipotética y futura entrada en vigor de las autoridades que el 10/7/2011 se van a elegir.

En realidad, los legisladores y los mismos miembros de la Asamblea Estatuyente, se enfocaron en las experiencias comparadas, como las de Barcelona, Uruguay, Porto Alegre. Asumen los mismos protagonistas que las denominadas “comunas” a intentar implementarse, son un ensayo “perfectible”.

Creemos que por razones de índole política, jurídica y hasta cultural, difícilmente las comunas logren avanzar rápido en el marco de misiones y funciones que la ley le intenta adjudicar, a saber:

a) La institución nueva no será autónoma.

b) Los objetivos que se plantean como de injerencia constitucional son, hoy, de imposible cumplimiento ya que la mayoría de las cuestiones atinentes al espacio público se encuentran licitadas a terceros por contratos que no contemplan a las autoridades comunales (ej. mantenimiento o fiscalización de obras en arterias secundarias, veredas, control inteligente de tránsito, en fin, casi todos los servicios)

c) Alto grado de judicialización a producirse, dudosa representación del ente que encabezan los Miembros comunales (algo novedoso) difícilmente la Justicia le otorgue personalidad para demandar, por ejemplo, a un vecino, al mismo estado municipal, o a una empresa concesionaria. Las autoridades comunales resultarían responsables per se (con su patrimonio) por las interpretaciones contrarias que la Justicia haga de su accionar legal

d) El patrimonio, de difícil desarrollo, estaría fiscalizado por la Auditoría de la Ciudad, como si la Comuna fuera una repartición más del Estado municipal, y no como un Ente Autárquico, con lo cual, el accionar de la Junta se verá muy reducido

e) Tampoco están definidas las relaciones inter comunales, y carecería la comuna de posibilidad alguna de relacionarse a nivel Institucional con otros organismos oficiales diferentes a los de la Ciudad (por ejemplo Policía Federal, Provincia de Buenos Aires, Prefectura, etc.)

f) Costará que se le reconozca a la Junta Comunal poder de policía sobre los temas de su injerencia, interfiriendo potencialmente su acción con otras reparticiones que ya lo ejercen en el ámbito burocrático de la Ciudad.

En definitiva, entendemos que la lista anterior da para un ensayo del “no hacer” más que de facultades, misiones y funciones, cosa que, desde lo político, dejan más dudas que certezas, dado como se vino desenvolviendo el proceso.

 

Las comunas II: ¿Una mesa de rosca política, o un ámbito para los vecinos?

 

No solo el atraso de la puesta en marcha ha afectado el arranque de las Juntas Comunales, sino, el modo desprolijo con el cual los legisladores y demás agentes de la clase política vernácula acomodaron el tema, que desemboca electoralmente, ahora.

La única discusión pendiente para la clase política parece ser si los comuneros contarán con la retribución ya establecida para el Jefe comunal (un 70% de lo percibido por un legislador).

No cabe ninguna duda que esto saldrá, toda vez que cada “bloque parlamentario” ha colocado convenientemente sus “pollos” en los mejores lugares “expectantes” de la lista. En definitiva, la elección de comunas para ellos, son una nueva “caja” en donde colocar a su gente…

Hoy, en concreto, la Ciudad solo cuenta con los CGP. Se estima que preliminarmente nos encontraremos con Comuneros funcionando en estos edificios, en los que hoy se desarrollan ciertas actividades de la Ciudad.

Los CGP son oficinas descentralizadas para hacer, despachar o receptar, trámites. Trámites propios o derivados, de distintas oficinas de la administración centralizada: Funcionan como una mesa de entradas, para sellar los trámites, y un correo interno (ya sea del Registro Civil, Tránsito, Faltas, Rentas, etc.).

Pero, también, funcionan como una campana de resonancia de la mal llamada “política de los barrios”…

La participación vecinal, prácticamente, ha sido borrada del mapa, para este 10 de julio, por los tan acostumbradas y mal habidas, prácticas “rosqueriles”.

En concreto, en casi todas las fuerzas políticas se han reservado el ámbito de decisión y armado de listas al esquema de partidos, con lo cual, en lo local, se reproducen los mismos vicios a los que estamos acostumbrados:

El de las listas sábanas, los grandes dedos decisores de siempre se posan sobre las cabezas de los punteros o de los “calienta sillas” y chupamedias de siempre, grandes engrosadores de la burocracia inepta e improductiva. Esto, en el mejor de los casos, en otros, directamente, están formadas por punteros y personas de mal vivir, usurpadores u otros criminales.

¿Los vecinos? Bien, gracias, se les ha negado toda integración o consenso (aún bajo palabra y promesa falsa de varios referentes que se cansaron de dar la parrala de que iban a integrar en las listas a los vecinos representativos y como era de esperar, nada de ello ocurrió, y se pasó al clásico “rellenado” de casilleros de las listas del modo tradicional: los ya mencionados punteros, alguna figura de medio pelo, asesores de despacho, repartidores de volantes, y, como se dijo, de cosas peores.

Difícilmente, como quedó de manifiesto con el INADI (2), en este camino las comunas pasen de ser un ámbito de trámites, mayor o peor llevados, en vez de transformarse en una institución de resolución de conflictos y reconducción de acciones ejecutivas.

En el común de los casos los nuevos centros comunales serán nuevos antros de acomodo de parientes, militantes, etc. de donde se pueda rosquear “un par de contratos” para mantener una unidad básica, un comité, o un centro cívico.

 

Lo que no cambia, es lo cultural, y el derecho a involucrarse

 

En conclusión y, lamentablemente, el proyecto constitucional de crear comunas puede llegar a terminar en un fracaso estrepitoso si no se aplican otros instrumentos más modernos de participación en donde se logre expropiar la decisión de las “cabezas de partidos” (como en el sistema de caucus americano), pero también si no se cambia la lógica de la rosca, y se abre la casi nula representatividad política a la sociedad, a la que parece, se ha vencido.

Aquella sociedad que pintaba banderas que decían “que se vayan todos” hoy, y desde hace 10 años, se la ha derrotado con un mensaje silencioso de la clase política: “Volvimos, nos quedamos con todo, y Uds., a la intemperie”.

Esperamos que en algún momento del camino, “Las Comunas” y el resto de los Organismos a cargo de la cosa pública, dejen de cerrar la puerta para dejarnos a la intemperie ex profeso.

Para lo anterior, hay que empezar a abrir la tranquera, y revisar el sistema de representación. El “referente”, la lista “sabana” y el lápiz rojo, no van mas, o por lo menos, aún, no logró la democracia, ni siquiera en el ámbito enano de las comunas.

 

José Terenzio 

 

1-                 En geopolítica se le llamamacrocefalia”a la tendencia, en muchos países, a la concentración del poder político, económico y la administración en la “ciudad capital”, por lo general. 

http://es.wikipedia.org/wiki/Macrocefalia_(geopol%C3%ADtica) 

2-                 El INADI pasó de contar con una planta de personal de 44 personas, a casi 700. Parece que a Rachid no le avisaron que era una cueva para el “cobro” de la política K.

 

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  1. Los sufridos habitantes de la denominada "comuna 5" ni siquiera tenemos un ámbito cercano donde hacer trámites. La Comuna 5 (Almagro) no tiene edificio. Para cualquier trámite barrial, quejas por la basura, autos abandonados o problemas vecinales, tenemos que trasladarnos, en mi caso, 60 cuadras hasta Sarandí al 1200 (sí ese infame registro civil debajo de la autopista a una cuadra de Av. Entre Ríos). Y obviamente 60 cuadras de vuelta. Mientras que comunas como Palermo/Belgrano cuentan con DOS (sí dos) sedes. Así que como vecina de Almagro, ya veo a dónde van a ir a parar mis impuestos. Más vale que me vaya poniendo en la cola del 151 para ir a retirar una partida de nacimiento.

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