Si la burrocracia, el carnerismo, la mediocridad y la ignorancia fueran
carreras universitarias, la Agencia Nacional de Noticias, Télam, lugar donde
florecen los seres que denigran esta maravillosa profesión que tanto amamos los
buenos, sería el lugar ideal para que esos rastreros, despreciables, rufianes y
miserables hagan la licenciatura.
Vender y traicionar compañeros se convirtieron en méritos suficientes para
escalar en dicha empresa a los cargos de poder y toma de decisiones, en
detrimento de los honestos, que por mantener su ética y dignidad inalterables,
son perseguidos, estorbados y postergados.
Trabajo en Télam desde hace doce años, en los cuales pase por cosas buenas y
malas junto a tipos intachables como el ‘Chopo’ Boccalatte, quien escribió más
abajo, pero la debacle del servicio informativo y el incremento de los infieles
en los últimos dos años me dan pena y vergüenza.
Todo comenzó en el año 2006, tras el paro más largo en la historia de la
empresa, 38 días por el despido injustificado de dos empleados que trataban de
defender las arcas y la excelencia de la información.
Con la derrota consumada y la huelga levantada, los carneros y las ratas
comenzaron a recibir prebendas. Los directivos empezaron a dilapidar categorías
y cargos en patéticos serviles que formaron un staff de mercenarios de la
información que comprometieron a los trabajadores nobles.
Pero la lucha no fue en vano, y la condena social y profesional consiguió que la
mayoría de esos carneros tuvieran que refugiarse en el portal de Internet,
bastión de la desinformación nacional.
Allí, en el edificio de la calle Defensa, los mercaderes con categoría descargan
su frustrado poder con colaboradores y empelados contratados, a los cuales
bastardean, persiguen y atropellan.
Uno de esos “generales bananeros”, de los que Alberto Olmedo parodiaba, es
Carlos Juvenal hijo, traidor de la confianza de sus compañeros de la sección
deportes pero, por sobretodo, quien deshonró un apellido ilustre del periodismo
argentino.
Como si la ensalada de rastreros y trepadores no fuera suficiente, ahora los
directivos y autoridades periodísticas condimentaron esta ensalada con
desinformación y censura, algo que hace aparecer al “diario de Yrigoyen” como si
fuera el Billiken.
La agencia nacional de bandera fue creada hace más de medio siglo y siempre
respondió a los gobiernos de turno, sobretodo porque allí se maneja el dinero de
la pauta oficial y es desde donde salen los billetes para comprar a diestra y
siniestra a los medios que molestan.
Por esa razón, para el servicio periodístico de Télam no existieron los cortes
de luz y la falta de agua durante el verano, los cacerolazos en apoyo al campo,
la violencia en las canchas de fútbol y otros temas sensibles y molestos para el
gobierno K.
Esto fue reflejado por varios medios escritos, televisivos y radiales de nivel
nacional, y el diario Perfil publicó una nota sobre la desinformación en la que
caía la agencia y explicando que dejaría de usar el servicio de Télam.
Esa manipulación informativa denigra y avergüenza públicamente al servicio
periodístico de Télam, pero los trabajadores comprometidos con la causa
trataremos que eso se termine, sosteniendo algo que no se equipara con nada:
nuestra dignidad y nuestra ética.
Edward Murrow, el periodista encarnado por David Strathairn en la película
“Buenas Noches, y Buena Suerte”, peleó para poder informar la verdad al pueblo
norteamericano, soportó las presiones corporativas y políticas y terminó
venciendo al miedo y a la represión.
Por esa razón, los buenos, los que queremos un periodismo sin censura y con
verdad no debemos claudicar y, por más trillado que suene, debemos recordar que
las batallas que se pierden son las que no se pelean.
Bienvenido entonces este Blog y todos aquellos que nos dejan expresarnos con
libertad.
Carlos Nis
http://periodismodelosbuenos.blogspot.com